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La romantización de la batalla

Ayer colgué este tweet: » Cuidado con etiquetas a pacientes con enfermedades graves o incurables como luchadores o guerreros. Hay veces que la batalla no se puede ganar y puede generar una sensación de derrota, fragilidad o incluso culpabilidad».

¿Significa esto que no haya que tener ánimos y esperanzas en las situaciones más delicadas? No, para nada. La esperanza es muy necesaria para pasar el duro trámite que es el de tener una enfermedad grave o una operación importante a la vista. Cualquier que haya pasado por una situación similar, sabe que agarrarse a eso a veces puede ser lo único que hay.

No obstante, en ocasiones se romantiza en exceso la figura del paciente luchador. Hay casos extremos, de los cuales no diré nombres, en los que incluso un paciente/médico muy mediático llegó a decir cosas como «quien no supera el cáncer es porque no quiere» Este tipo de comentarios, sobre todo en pacientes en situaciones muy avanzadas o terminales, pueden llevar a situaciones en los que el paciente se siente derrotado, débil y, como comentaba en el tweet, incluso culpable. Un paciente con un tumor terminal, puede estar poniendo toda su voluntad en mejorar, acudir a todas sus quimios, hacer todo lo que se le dice y, por desgracia, acabar falleciendo. El problema es que no hay que enfocar la muerte como la derrota.

Aceptémoslo, todos vamos a morir tarde o temprano. No sabemos en qué circunstancias será. La muerte es una parte definitoria de la misma esencia de la vida. Negarla y no prepararnos cuando llega esta situación puede provocar que se sufra ya no solo a nivel físico, sino también a nivel emocional.

Esto no quita un ápice de situaciones que todos conocemos de pacientes que enfrentan su enfermedad de forma loable, valiente y adecuada. Todos conocemos el ejemplo de Pau Donés. El también luchó contra su enfermedad, pero no perdió, aunque acabara falleciendo. No perdió porque no consintió que dejara de vivir su vida hasta el final, preparar su muerte, dejarlo todo cerrado y habiéndose despedido de sus seres queridos.

Esa si que es una auténtica lección de cómo enfrentar estas situaciones.

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