La disautonomía es una entidad mucho más frecuente de lo que parece, pero frecuentemente ignorada o minusvalorada. Primero que nada hay que entender que la disautonomía no es una enfermedad, más bien es un conjunto de síntomas que pueden ser causados por otras patologías. Estos síntomas corresponden a una afectación del sistema nervioso autónomo. Este sistema nervioso se encarga de la regulación de las funciones de nuestro organismo que no son voluntarias. Desde la frecuencia cardiaca, la regulación de la tensión arterial, la velocidad en la que se hace la digestión o incluso la regulación de la sudoración. Por ello, la cantidad de síntomas que puede provocar una afectación a este nivel es extraordinariamente variable.
Se puede asociar a enfermedades extremadamente raras como la disautonomía autoinmune o el síndrome de Shy-Drager, pero también a patologías tan frecuentes como la diabetes, sin olvidarnos de patologías como el Ehlers-Danlos o el COVID persistente.
Según los órganos a los que afecte más en cada persona las manifestaciones pueden ser distintas. A nivel del sistema circulatorio, una de las manifestaciones más frecuentes es la hipotensión ortostática o el POTS. En ambos casos, hay una respuesta inadecuada al pasar de estar tumbados al levantarnos. En condiciones normales, hay una aumento de la tensión de los vasos para redistribuir el flujo sanguíneo. En estos casos no es así por lo que puede dar lugar a bajadas de tensión (hipotensión ortostática) y en ocasiones también a taquicardia (POTS, que son las siglas en inglés de síndrome de taquicardia ortostática postural). Esto provoca palpitaciones, mareos y en ocasiones más graves, incluso pérdida de conciencia.
Otro de los sistemas a los que suele afectar es al sistema digestivo. En este caso, la musculatura del esófago, estómago, intestinos etc…no se contrae como debería. En los casos más leves, puede manifestarse como estreñimiento, pero puede llevar a problemas serios como la gastroparesia (incapacidad para varias el estómago, lo que provoca vómitos y dolor abdominal), problemas con la deglución e incluso auténticos íleo paralítico (obstrucción de los intestinos que puede llegar a ser peligroso para la vida).
Estos son los sistemas más frecuentemente afectados, pero puede haber otros problemas como alteraciones en la secreción de lágrimas o saliva, problemas urinarios como la incontinencia o la retención urinaria, problemas de exceso o defecto de sudoración…Casi cualquier sistema del organismo puede verse afectado por estas patologías.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, aunque hay ciertas pruebas que pueden ayudar a la valoración como el test de mesa basculante (ayuda al diagnóstico de POTS, al igual que el Test NASA que realizo en consulta) o manometrías a distintos niveles de la musculatura lisa.
En cuanto al tratamiento, normalmente es el de las etiologías concretas, si bien algunas medicaciones pueden ayudar también a calmar los síntomas y que sean más llevaderos.